La piel, frontera permeable que delimita el mundo interior del exterior, tiene por una lado la función de ser una verdadera coraza protectora y por otro, el principal órgano de comunicación de todos los estímulos recibidos del exterior por más sutiles y delicados que sean. Es el órgano más grande del cuerpo humano con 2 metros cuadrados de superficie, 4 kilos de peso y 0.2 milímetros de epidermis que nos protege del calor, del frío, del polvo, de miles de bacterias que están al acecho esperando el momento para entrar y de todo tipo de agresiones a las que está sometida diariamente. Es en definitiva, un cerebro a flor de piel.

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